Otto ‘Tull’ Harder, ¿estrella del fútbol o criminal de guerra?
Hoy les traigo otra de esas historias de fútbol
en blanco y negro, de cuando el deporte rey aun distaba mucho de ser el
fenómeno global que es en la actualidad. La misma se enmarca en los orígenes
del HSV tal y como lo conocemos hoy, justo tras la Primera Guerra Mundial y en
unos años convulsos para aquella Alemania derrotada en la guerra y humillada
luego en el Tratado de Versalles. Y el protagonista es uno de esos ya casi
olvidados ‘héroes’ del balón cuya figura queremos reivindicar: Otto Tull Harder.
Si a su extraordinaria calidad futbolística le añadimos sus vínculos con el
nacionalsocialismo, el resultado es una de esas historias que no dejan a casi
nadie indiferente. A ver si consigo que les atrape.
Otto Fritz Harder nació el 25 de noviembre de
1892 en Braunschweig. En sus calles, y más concretamente en la Leonhardtsplatz,
comenzó a darle patadas a una pelota siendo todavía un crío. Con 16 años fue
descubierto para el fútbol por el FC Hohenzollern, y su impacto fue tal que no
pasaron ni doce meses antes de que el principal club de la ciudad, el Eintracht
Braunschweig, le incorporara a sus filas. Allí recibió el apodo de Tull con
el que sería conocido durante toda su carrera, dado que su estilo de juego
recordaba al del delantero centro del Tottenham Hotspur por aquel entonces, Walter
Tull, primer jugador profesional inglés de color y fallecido en combate
durante la I Guerra Mundial.
Inicialmente, y dado que apenas tenía 17 años, el
joven Tull Harder solo era convocado para jugar encuentros amistosos con
el equipo reserva del Eintracht, cosa que le sacaba de los nervios, si bien esa
situación no duraría mucho tiempo, ya que su calidad y su tremendo físico
terminaron imponiéndose y logró hacer carrera, como suele decirse. A principios
de 1912 se marchó por unos meses al Hamburger FC 1888. Los aficionados
del Eintracht Braunschweig quisieron evitar a toda costa la partida de su joven
crack, por lo que no le dejaron tomar el tren hacia Hamburgo, cosa que
hubo de hacer casi a escondidas a 25 kilómetros de allí, en la estación de la
vecina localidad de Peine. Finalmente, Harder jugaría una temporada más con el
equipo de su ciudad natal antes de comprometerse definitivamente con el HFC
para jugar a orillas del Elba.
En Hamburgo su ascenso fue meteórico. El 5 de abril
de 1914 debutó con la camiseta de la selección alemana ante Holanda en
Amsterdam. El resultado final fue de 4-4 y Tull Harder se estrenó como
goleador a nivel internacional. Desgraciadamente para su carrera futbolística,
pocos meses después estallaba la I Guerra Mundial. Sin dudarlo, se
alistó como voluntario y fue enviado al frente, siendo condecorado con la Gran
Cruz de Hierro tanto de primera como de segunda clase. Eso si, durante el
conflicto armado no perdió del todo su contacto con el fútbol, y en 1917 jugó
algunos partidos como jugador invitado con el Stettiner SC.
Terminada la Gran Guerra, el Hamburger FC 1988 se
convirtió en el actual Hamburger SV y Harder no tardó en erigirse como
la gran estrella del equipo. De su mano, el HSV pasó a ser uno de los grandes
equipos del fútbol alemán en la década de los años 20, llegando primero a la
Final de 1922 ante el 1.FC Nürnberg, la cual oficialmente no tuvo un campeón, y
resarciéndose finalmente un año después, en 1923, año en el que el HSV alzó su
primer título de campeón de Alemania tras derrotar por un claro 3-0 al Union
Oberschöneweide. Repetiría ese éxito en 1928, cuando ya tenía 36 años. Aquella
temporada estableció un récord para la eternidad al marcarle, el 15 de
enero de 1928, nada menos que 12 goles al Wandsbeker FC (el resultado
final fue de 18-5). No hay datos de una gesta semejante en un campeonato
nacional, al menos en países de cierto nivel futbolístico.
Tull Harder era todo un icono popular, y sin
duda el jugador con más tirón del fútbol alemán en aquellos años. Baste un
sencillo ejemplo para ilustrar esto que decimos: en 1926 el Tribunal de
Leipzig, a instancias de la Federación Alemana de Fútbol (DFB), que fue quien
interpuso la demanda, citó a Harder para que declarara ante la Corte Suprema en
relación a la iniciativa de un empresario de Hamburgo que había comenzado a
comerciar una marca de tabaco bajo el slogan “los deportistas fuman los
nuevos cigarrillos Tull Harder” y la imagen del famoso futbolista en
las cajetillas. El HSV fue descalificado durante un mes y varios funcionarios
del club, suspendidos. Por aquel entonces no se concebía eso de la
mercantilización del fútbol, algo tan extendido hoy en día.
Sin embargo, su magnífica cerrera a nivel de club
no tuvo un refrendo en el plano internacional. El seleccionador germano Otto
Nerz, atendiendo a su edad, no le convocó -de manera injusta- en 1928 para
disputar los Juegos Olímpicos, que por entonces tenían el estatus de Campeonato
del Mundo, celebrados en Amsterdam. Otto Harder disputó apenas 15 partidos
internacionales entre 1914 y 1926, marcando en ellos una más que respetable
cifra de 14 goles. Reseñar, a modo de curiosidad, que en sus últimos 5 partidos
con la Mannschaft ejerció de capitán y anotó 10 goles. Y otro dato: en
una época en la que los partidos internacionales entre clubes eran casi una
rareza, en 1929 el HSV derrotó por 4-2 al potente Peñarol de Montevideo con 4
goles de Harder…
En 1931, cuando ya contaba 39 años, abandonó
el HSV para apurar su carrera en el SC Victoria Hamburg, y su amor por el
fútbol era tal que todavía en 1933 disputó unos minutos con la camiseta del VfB
Kiel. Entre 1919 y 1931 marcó la brutal cifra de 387 goles en 211 partidos,
siendo en la actualidad el segundo máximo goleador en la historia del Hamburger
SV, solo superado por el mítico Uwe Seeler (404 tantos en liga y 587 en total
durante 18 temporadas). Tull Harder no solo era una eminencia
futbolística en los agitados años 20, sino que como ya dijimos, también era un
jugador con una gran proyección social. Su carrera inspiró en 1927 una película
de cine mudo titulada “Der König der Mittelstürmer” (El Rey de la
Delantera) y en la cual el afamado actor Paul Richter encarnaba el papel de un
tal “Tull Harper”, en clara referencia al delantero del HSV.
Pero, ¿cómo jugaba Otto “Tull” Harder?
Antes de nada, hemos de aclarar que su físico era descomunal –medía 1,90
metros- y que en su juventud sobresalió como atleta, por lo que aunaba potencia
y velocidad. Era un jugador completo que destacaba principalmente por sus
acciones individuales culminadas con certeros disparos desde todas las
posiciones, al tiempo que sabía estar siempre bien colocado para rematar los
balones que caían en el área. Una canción que sonaba en los gramófonos de los
cabarets de Hamburgo decía que “Si juega el Tull Harder, entonces tres a
cero…”.
El periodista Friedebert Becker escribió
años atrás que “en una época en la que se había impuesto el sistema táctico
WM ya no bastaba solo con correr y chutar. Harder tenía una clase inmensa,
pero su estilo también necesitaba de una gran técnica para conducir el
balón en carrera, driblar adversarios, disparar con precisión y cabecear como
él lo hacía. Tenía una gran confianza que, unida a su potencia,
era un requisito fundamental para su estilo. Tenía una arrancada explosiva
en espacios cortos y a partir de ahí ya era imparable dada su increíble
velocidad. No era del tipo de jugadores que tenían de antemano la jugada en
su cabeza, sino que improvisaba sobre la marcha”.
Aún con todo, Harder no era ni mucho menos un
jugador perfecto. También tenía sus defectos y sus días negros. Rara vez
corría detrás del balón para recuperarlo, sino que casi siempre se quedaba
esperando en un segundo plano, ahorrando energías para su gran objetivo:
perforar la portería rival. En un equipo que jugaba con un orden táctico casi
más propio del ajedrez, Harder era ‘la dama’, esa pieza de movimientos
imprevisibles y devastadores que marcaba las diferencias y ganaba muchas de las
partidas. El único requisito era recibir pases o centros en buenas condiciones.
No necesitaba más.
DE FUTBOLISTA A MIEMBRO DE LAS TEMIDAS SS
El final de la carrera de Otto Harder coincidió
con la irrupción de los nazis en el panorama político nacional alemán. En
1932 se afilió al Partido Nacionalsocialista con el número 1.345.616, y
ocho meses más tarde ya era miembro de las SS, algo muy habitual entre los
soldados que habían combatido en la Primera Guerra Mundial. Además, Harder ya
había dado claras muestras de su ideología cuando, pocos años atrás, mientras
viajaba hacia Colonia para disputar un partido amistoso con el HSV, no dudó en
saludar con el brazo en alto a unos soldados de color del ejército aliado de
ocupación que había divisado desde la ventana del tren. Según declaró por
entonces, se sentía en el deber de prestar un “servicio sagrado a la
Patria”. Además, al ser un deportista famoso, su ejemplo fue seguido de
inmediato por muchos alemanes anónimos.
Tras ser llamado para integrar las recién creadas
Waffen-SS, el escuadrón de combate integrado por soldados de élite de
las propias SS, Otto Harder fue enviado el 24 de agosto de 1939 (una semana
antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial) como vigilante al campo de
concentración de Sachsenhausen, situado a las afueras de Berlín. Sin
embargo, un tipo como Harder, condecorado doblemente con la Gran Cruz de Hierro
tras la Primera Guerra Mundial, consideraba casi como una humillación su nueva
función, por lo que solicitó ser enviado al frente, cosa que le fue denegada en
razón a su edad (47 años).
Sin embargo, en noviembre de 1939 consiguió que
lo mandasen de vuelta a Hamburgo y durante unos meses estuvo destinado, también
como guardia de seguridad, en el campo de concentración de Neuengamme Wache.
Poco después, en abril de 1940, fue destinado al campo de concentración de Verwaltung,
donde permaneció hasta finales del otoño de 1944. Tras un breve paréntesis en
el campo de concentración de Hannover-Stöcken, el 30 de noviembre de
1944 fue nombrado máximo responsable del campo de concentración de
Hannover-Ahlem, puesto que desempeñó hasta marzo de 1945.
Según declararía más tarde el propio Otto
Harder, “mi cargo en Ahlem nunca me gustó, eso puedo asegurarlo. Nunca
tuve la sensación de estar en el lugar correcto porque yo tenía buen corazón.
Los prisioneros del campo de Ahlem eran en su gran mayoría judíos polacos del
ghetto de Lodz. Tras la clausura de los ghettos polacos, estos judíos fueron
deportados a Auschwitz, donde aquellos que por sus condiciones físicas y estado
de salud estaban en condiciones de trabajar, fueron seleccionados y remitidos
posteriormente a los campos de concentración de Stöcken primero, y de Ahlem más
tarde. Allí trabajaban de manera forzada en una cantera de piedra”.
Finalmente, el campo fue liberado por las tropas
británicas en abril de 1945 y Harder, junto con los demás rectores del mismo,
fue recluido en un campo para prisioneros de guerra en Iserbrook, un barrio del
distrito hamburgués de Altona. Allí permaneció hasta el 16 de abril de 1947,
cuando se inició en Hamburgo el proceso militar contra Otto Harder y
otros cuatro altos cargos de las SS, a los que se acusaba de crímenes de
guerra contra ciudadanos de los países aliados que fueron ejecutados en el
campo de concentración de Hannover-Ahlem desde noviembre de 1944 hasta abril de
1945, así como de la muerte de 373 internos que habían perecido de
hambre y privaciones. A eso hay que añadir la muerte de 617
prisioneros que formaban parte de un convoy de más de 1.000 judíos procedentes
de Auschwitzt, muchos de los cuales murieron durante el trayecto y cuyos
cuerpos fueron enterrados en fosas comunes o incinerados en los hornos
crematorios del campo.
Durante el juicio, celebrado en la
Hamburger Curio-Haus, Otto Harder se mostró en sus declaraciones muy distante
con respecto al Nacionalsocialismo y se declaró inocente de los cargos que
se le atribuyeron. “Nunca noté que sucediera nada fuera de lo normal en el
campo de Ahlem. No niego que hubiese incidentes menores y castigos para los
infractores que no cumplían con las normas de limpieza, orden y disciplina que
se aplican en este tipo de campos, pero esto sucedió siempre en el contexto de
la decencia humana”, para añadir a continuación y sin ningún rubor que “tengo
que reconocer que los testimonios que he podido escuchar en este juicio acerca
de lo que sucedía en mi campo me han dejado casi sin palabras. Esas cosas, de
ser ciertas, habrían sucedido sin mi consentimiento”. Sin embargo, las
autoridades militares británicas le condenaron el 6 de mayo de 1947 a 15
años de prisión, que posteriormente se quedarían en solo 10.
Tras ser condenado, el Hamburger SV le suspendió
temporalmente como socio de la entidad. Poco antes de la Navidad de 1951
el Gobierno de su Graciosa Majestad ordenó la puesta en libertad
de Otto Harder tras cumplir apenas cuatro años y medio de condena, abandonando
la prisión de Werl, en Westfalia. Su regreso a Hamburgo fue celebrada de
forma frenética por los seguidores del HSV. Era la vuelta a casa de un
ídolo que no había caído en el ostracismo. En febrero de 1952 acudió por
primera vez en muchos años a presenciar un partido del HSV. Su pasado nazi y su
juicio por crímenes contra la humanidad ya no le importaban a nadie. Todo el
estadio le aclamó. Los aficionados solo veían en él al Harder deportista,
mientras que su abominable relación con el nacionalsocialismo cayó de inmediato
en el olvido colectivo.
Otto Harder murió el 4 de marzo de 1956 a
la edad de 63 años. Toda la ciudad hanseática lloró tan sensible pérdida. En su
funeral estuvieron presentes muchos representantes del Hamburger SV, desde la
directiva al completo hasta jugadores y ex jugadores del club, pasando por una
ingente cantidad de socios y aficionados que quisieron rendirle un emotivo
adiós. Los veteranos del HSV fueron los encargados de cargar el ataúd envuelto
en una bandera del Hamburgo, mientras que los jugadores del equipo juvenil
formaron un pasillo en su honor. Ese día la revista oficial del HSV escribió
que “Se fue para siempre un buen amigo y un compañero fiel”. La
urna con sus restos fue depositada en el cementerio de Waldfriedhof Bendestorf,
en Lüneburg. Su lápida fue retirada en 1999.
La última vez que Otto Harder fue protagonista en
los medios de comunicación fue con motivo de la Copa Mundial de 1974
celebrada en Alemania, cuando el Senado de Hamburgo editó un folleto en el que Tull
Harder era presentado junto con Uwe Seeler y Jupp Posipal (ex jugador del
HSV y campeón del Mundo en 1954) como un modelo para la juventud. Esto
fue sólo un día antes de la distribución del mismo. Las presiones de la opinión
pública obligaron a eliminar apresuradamente las páginas 13 y 14, precisamente
las correspondientes a Harder, que fueron arrancadas de los 100.000 ejemplares
que se habían imprimido.
Viendo lo que fue la vida de Otto Tull
Harder resulta fácil establecer una línea divisoria entre dos etapas
que, aparentemente, nada tienen que ver entre sí: la del fabuloso futbolista
que encandiló a los aficionados durante más de 20 años, y la del criminal de
guerra nazi. Sin embargo, esto es verdad solo hasta cierto punto. Como
comandante del campo de concentración de Ahlem siempre procuró a los presos un
balón con el que poner algo de alegría en su triste realidad diaria. Además,
los domingos organizaba partidos en los que participaban los presos que
realizaban sus tareas en las cocinas, en las lavanderías o en el hospital del
campo. Es decir, incluso en su etapa más oscura, el fútbol nunca dejó de
latir en su corazón…
Al ser preguntado durante una entrevista que le
fue realizada en 1953 sobre qué les diría a aquellos que le rechazaban por su
pasado nazi, señaló que “durante 54 años de mi vida nunca fui condenado
y en los círculos deportivos europeos fui conocido como Tull Harder, el
delantero centro del Hamburger SV y de la selección alemana. He representado a
los colores de Alemania en casi todos los países de Europa y jugué en numerosas
ocasiones ante clubes profesionales británicos; también jugué ante el equipo de
la Universidad de Cambridge y uno de los recuerdos más hermosos de mi carrera fue
haberme enfrentado al famoso equipo amateur del Corinthians de Londres. Incluso
en 1942 se publicó un libro sobre mi carrera del que se vendieron en el acto
30.000 copias”.
Otto Harder ya fue juzgado y condenado por sus
actos. Sin embargo, la historia también le ha juzgado. Hoy en día sigue siendo
recordado por muchos como un jugador que marcó una época en el fútbol alemán,
pero especialmente sigue siendo toda una leyenda dentro del HSV, dónde ocupa un
puesto de honor entre los jugadores míticos que han defendido el famoso rombo
del conjunto hanseático. Y lo que los tribunales y la historia ya juzgaron no
lo vamos a juzgar de nuevo nosotros ahora. Nos quedamos con el Tull
Harder que era la alegría del pueblo con un balón en los pies…
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